Lake Tahoe | Advertising is based on one thing, happiness. And you know what happiness is? Happiness is the smell of a new car.
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"Los valores del consumo de los años ’60: objetos más nobles y durables, experiencias de lujo cercanas y hedonismo cotidiano."
Alguna vez tenía que pasar que la televisión ayudara a los hombres. Que nos mostrara algunas de las recetas de la felicidad. Que los mejores cócteles que existen sean los verdaderos protagonistas de una serie de televisión. El responsable de este hallazgo es el escritor y productor Matthew Weiner quien luego de trabajar en la vida de Los Sopranos se fue un par de décadas atrás en el tiempo y creó el mundo de los Mad Men, la serie que a mediados de este años inició su cuarta temporada y que acaba de ganar el premio Emmy a la mejor serie dramática por tercer año consecutivo.
Mad Men, que aquí se transmite por HBO (y que también se sigue en copias piratas y sitios de descarga online como cuevana, o seriesyonquies), se centra en una agencia de publicidad en Nueva York, mostrando el trabajo y la vida de redactores, creativos, secretarias, clientes y la gente que rodea a cada uno de ellos. Hasta ahí nada que parezca demasiado tentador, pero el gran mérito de la serie es poner el ojo en un trabajo que crecía y se transformaba dentro de una sociedad que entraba en una época de cambios profundos y donde la publicidad era espejo y motor. La imagen de la ropa, de los gustos, del consumo de los protagonistas venía arrastrándose de los clásicos 50 y ya se adivinaban las revoluciones de los 60. Conflictos raciales, la mujer en el trabajo, el amor y las amantes, los tabúes, las luchas de poder, el ascenso en la pirámide social, todo es parte de la vida de Mad Men. Y los cocktails.
En esta serie se bebe alcohol. Mucho alcohol. No hay almuerzo en el que no se beba un Dry Martini. No hay reunión de trabajo en la que no se sirva un whiskey sin hielo. No existe cena de amigos en la que no se pida un Old Fashioned. Así era la New York de los años 60.
Hoy, coherente con la moda retro que hace estragos en todo el mundo (restaurantes nuevos ambientados como pulperías, golosinas y snacks desaparecidos que vuelven a los quioscos), la popularidad de esta serie hizo que los tragos que preparan los protagonistas volvieran a ponerse de moda. Aunque en las agencias de publicidad de hoy no se vea a creativos vistiendo los trajes a medida de Don Draper, ni contratando secretarias pulposas que sepan dactilografía como Joan Holloway, ni tomándose dos horas de almuerzo como Roger Sterling, la gente se acerca cada vez más a probar los mismos cócteles que ellos: Gimlet, Tom Collins, Dry Martini, Gibson y Bloody Mary son algunas de las recetas de siempre que hoy retoman un lugar protagónico en las barras.
¡Qué lindo sería que con la fascinación por Mad Men vuelvan sus ritos sagrados! Beber cócteles con las comidas, tener un bar en la casa y uno en la oficina del trabajo (o al menos algunas botellas), saber preparar tragos. Pero como muchas veces pasa, los ritos del pasado vuelven sin el circo completo, así que conformémonos con que las fórmulas se hayan vuelto a poner de moda y que hoy tomar un Manhattan no sea visto como algo anticuado sino como lo más cool del mundo.
Estos son los cócteles más bebidos de Mad Men, para que los reconozcas y para que los bebas como ellos.
OLD FASHIONED
Los bartenders aman este trago y en Buenos Aires uno puede ver a algunos de ellos deteniéndose a mover el vaso con la melaza que forman con el bitter y el azúcar, seleccionar los hielos, elegir las cerezas al marrasquino (hay quien las evita por ser algo kitsch) y agregarle algún whiskey americano con tal delicadeza en su preparación que parece que estuvieran ensamblando una bomba nuclear. Esta artesanía delicada esconde crudeza y simplicidad, una mezcla que algunos viejos bartenders preparan en segundos. Al fin y al cabo no es más que una forma de especiar y endulzar el whiskey, de domarle su carácter a veces algo áspero. Es uno de los preferidos de Don Draper, personaje principal de Mad Men, y por lo tanto el ícono de la serie que arranca con él solo, sentado en un bar, hablando con un camarero y pidiendo uno.
MINT JULEP
Otro ejemplar de la simpleza coctelera norteamericana: bourbon, azúcar, menta, hielo roto en pedazos muy pequeños y a veces un golpe de soda. El trago es una forma de beber el whiskey de Kentucky en sus veranos ardientes, para tomar al aire libre, mientras se hace el asado, casi como un aperitivo. En Mad Men hay una escena que define su momento perfecto: una hermosa Betty Draper (esposa de Don) recibe en su casa a amigos de la familia, los hombres y las mujeres charlan cada uno por su lado, los niños juegan, el sol está bien alto, la parrilla está encendida y todos tienen sed. Una postal de la felicidad del american way of life. Allí sale Betty con una bandeja llena de vasos plateados ofreciendo a los invitados los Mint Juleps que ella misma preparó.
DRY MARTINI
No se puede hablar de coctelería clásica si no se entiende el Martini. Es como la gente que dice que el futbol consiste en “22 tipos corriendo atrás de una pelota”, esa misma persona diría del Dry que es “gin con un poco de vermouth”. Y no estaría equivocado, pero no entiende nada de sutilezas, ni de historia, ni de lo que se siente en el cuerpo después de dos Dry Martinis. En los años 50 y 60 los hombres trajeados a lo Mad Men los tomaban hasta en el almuerzo, y de a dos o de a tres. Eso sí, se servían en copas cocktail, algo más pequeñas que la mayoría de las que ves hoy en los bares de Buenos Aires. En la serie hay un inolvidable almuerzo entre Don y su jefe, Roger Sterling, en el que luchan en una guerra sorda por ver quién come más ostras acompañadas de Dry Martini.
GIMLET
Beti Draper se sienta sola en una barra y el bartender le pregunta qué desea beber. Primero pide un vaso de agua. ¿Eso es todo?, pregunta el barman. No, responde Betty, un Gimlet. Transparente, elegante, perfumado, el gin es el más femenino de los destilados y el Gimlet, el más femenino de los tragos. Para prepararlo sólo hay que combinar gin con Rose Lime´s Juice, un jugo de lima embotellado muy popular en Estados Unidos. El resultado es una mezcla dulzona y apenas ácida con la fortaleza del gin amansada y todo su perfume intacto. El Gimlet es una buena metáfora de Betty: mientras el gin es domado por el jugo de limas, Betty es una fiera enmascarada en sus hábitos de señora de la casa. Acá una de las pocas barras en que se lo puede conseguir es en Casa Cruz (Uriarte 1658), que también sería el lugar perfecto para ir con Betty, si uno pudiera invitarla a salir una noche a Buenos Aires.
BLOODY MARY
Hubo una época feliz en que en la primera reunión de trabajo de la mañana no había dudas en que había que beber algo y no era un café en jarrito ni un capuchino de Starbucks. En ese momento reinaban los Bloody Marys, jarras enteras con la mezcla de vodka, jugo de tomate, Tabasco, salsa inglesa, limón, sal y pimienta. ¡Esa es una buena forma de comenzar el día! Esto se ve en la escena en que reciben en la agencia a la dueña de las tiendas Menkel para escuchar su plan de transformación de negocio. El gran bebedor de vodka de la serie es Roger Sterling, que suele aparecer con una botella de Smirnoff, la marca que inventó el mercado de vodka en Estados Unidos. En algo más de dos décadas una bebida que hasta después de la segunda guerra mundial casi no existía en América pasó a ser la más vendida. Cada Bloody servido y bebido en Mad Men esconde esta historia del vínculo íntimo entre la publicidad y el boom del vodka.
Fuente: planetajoy.com